El Dólar estadounidense (USD) cotiza ampliamente al alza el martes, tras la publicación de las cifras mensuales del Índice de Precios al Consumo (IPC), que fueron más altas de lo esperado. Está claro que los mercados no están contentos con ello, ya que más bien buscan una senda desinflacionista más rápida. Esto significa que, en la reestructuración de los recortes de tipos, mayo queda descartado y la atención se centra ahora en junio y julio.
El Índice de Precios al Consumo (IPC) de EE.UU. se mantuvo en general en línea, además de los componentes anuales. Tanto el IPC subyacente anual como el IPC general anual subieron un 0.1%, alcanzando más bien el nivel superior de las estimaciones previstas en cada segmento. Esto provocó una cierta debilidad del Dólar estadounidense, y los mercados redujeron sus apuestas a una rápida bajada de tipos en mayo o junio.
El Índice del Dólar (DXY) intentó recuperarse un poco el lunes, pero aún le queda un largo camino por recorrer para volver a los niveles de hace dos semanas.
Al alza, la primera recuperación se sitúa en 103.31, la media móvil simple (SMA) de 55 días, y en la SMA de 200 días, cerca de 103.71. Una vez superada, la SMA de 100 días aparece en 103.74, lo que supone un doble techo en esa zona. Dependiendo del catalizador que impulse al alza al DXY, 104.96 sigue siendo el nivel clave en la parte alta.
El DXY está cotizando un poco en tierra de nómadas, sin niveles de soporte significativos cerca. Parece inevitable que se produzcan más caídas con 102.00 como próximo nivel, que tiene cierta importancia fundamental. Una vez allí, el camino está abierto para otro tramo a la baja hasta 100.61, el mínimo de 2023.
La inflación mide la subida de los precios de una cesta representativa de bienes y servicios. La inflación general suele expresarse en porcentaje de variación intermensual e interanual. La inflación subyacente excluye elementos más volátiles, como los alimentos y el combustible, que pueden fluctuar debido a factores geopolíticos y estacionales. La inflación subyacente es la cifra en la que se centran los economistas y es el nivel objetivo de los bancos centrales, que tienen el mandato de mantener la inflación en un nivel manejable, normalmente en torno al 2%.
La inflación mide la subida de los precios de una cesta representativa de bienes y servicios. La inflación general suele expresarse como variación porcentual intermensual e interanual. La inflación subyacente excluye elementos más volátiles, como los alimentos y el combustible, que pueden fluctuar debido a factores geopolíticos y estacionales. La inflación subyacente es la cifra en la que se centran los economistas y es el nivel objetivo de los bancos centrales, que tienen el mandato de mantener la inflación en un nivel manejable, normalmente en torno al 2%.
El Índice de Precios al Consumo (IPC) mide la variación de los precios de una cesta de bienes y servicios a lo largo de un periodo de tiempo. Suele expresarse en porcentaje de variación intermensual e interanual. El IPC subyacente es el objetivo de los bancos centrales, ya que excluye la volatilidad de los alimentos y los combustibles. Cuando el IPC subyacente supera el 2%, los tipos de interés suelen subir, y viceversa cuando cae por debajo del 2%. Dado que unos tipos de interés más altos son positivos para una divisa, una inflación más alta suele traducirse en una divisa más fuerte. Lo contrario ocurre cuando la inflación cae.
Aunque pueda parecer contrario a la intuición, una inflación elevada en un país hace subir el valor de su divisa y viceversa en el caso de una inflación más baja. Esto se debe a que el banco central normalmente subirá las tasas de interés para combatir la mayor inflación, lo que atrae más entradas de capital mundial de inversores que buscan un lugar lucrativo donde aparcar su dinero.
Antiguamente, el Oro era el activo al que recurrían los inversores en épocas de alta inflación porque preservaba su valor, y aunque los inversores a menudo siguen comprando Oro por sus propiedades de refugio en épocas de extrema agitación en los mercados, este no es el caso la mayor parte del tiempo. Esto se debe a que cuando la inflación es alta, los bancos centrales suben las tasas de interés para combatirla.
Unas tasas de interés más altas son negativas para el Oro porque aumentan el coste de oportunidad de mantener Oro frente a un activo que devenga intereses o de colocar el dinero en una cuenta de depósito en efectivo. Por el contrario, una menor inflación tiende a ser positiva para el Oro, ya que reduce las tasas de interés, haciendo del metal brillante una alternativa de inversión más viable.
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